El Floro se recibió y se quedó trabajando en el norte, el Coco y
Agustín se vinieron
a Santiago a continuar estudios en la
Escuela de Ingenieros Industriales. Agustín alcanzó a casarse y tuvo
dos hijos, vivió incluso
con su compañera en mi casa por unos meses, hasta que logró que le
arrendaran un departamento -eso no
era nada de fácil-. Fue
cuando vino el golpe; fea cosa: unos antes y otros más tarde,
fuimos pasando a la
clandestinidad; en esas circunstancias nos encontramos con el Coco
una tarde por el barrio Avenida Matta; me habían prestado una bicicleta
con que gastaría menos dinero, así que la estacioné para que
conversáramos tres palabras. Me contó
que el Floro había caido y estaba prisionero en Calama o La
Serena. Me contó también de Agustín, algo muy confuso: que
de haberlo tenido en el Estadio Nacional o en alguna parte como ésa,
lo habían
ido a dejar una mañana a
su casa, aparentemente liberado; no obstante, esa misma tarde habían ido a buscarlo
otra vez para supuestamente firmar
nadie sabe qué cosa, después de lo cual quedaría definitivamente libre.
Desafortunadamente, todo era un
engaño, porque hasta el momento, no se sabía claramente dónde lo
tenían, pero
continuaba prisionero, era un hecho.
A pesar de todo tratamos de respirar profundo, y lo conseguimos, nos estuvimos acordando de
eso de "Three cool cats", y él quiso darme
explicaciones de por qué no me aceptaban para ir
con ellos a sus andanzas; "tú eras sólo
un mocoso", repitió varias veces disculpándose,
y no era tal, yo era apenas tres años menor que ellos
-claro que, tres años, cuando se
tienen catorce o quince en realidad son siglos, centenas completas-.
Terminamos riéndonos
y bromeando; al final nos despedimos con un tremendo abrazo.
Three cool cats: fue la última vez que vi al Coco,
sé que el Floro sobrevivió,
lo encontré mucho después, precisamente en Calama;
pero de Agustín Martínez, de nombre supuesto "Boris" y
de Claudio
Contreras, alias "Coco", nadie supo nunca nada más.
© 1998
__ULTIMOS TRANVIAS
|